"Oh pequeña Sofía, tantas veces que te he oído hablar de amor.
Parece que fuera ayer cuando te ponías ese sombrero de copa y jugabas recitando al cuervo de Poe.
Luego, cortabas las flores amarillas de la parcela en Quintay y el tío Ramiro te perseguía sin éxito.
Recuerdo que las apilabas haciendo un ramito anudado como los zapatos.
Y tu madre... ella las recibía sonríendo, y tú... le respondías de igual forma.
Los tiempos díficiles, encierran a la gente y por más que digan que una persona resulta incambiable a cierto grado de edad, sabes con claridad que eso no es así.
Que nunca dejamos de hablar de amor, el fondo se iza sobre la forma.
Sofía, sale del baño y dame un abrazo. Te aseguro que huelo los Liliums que rodean a tu persona, aunque el mundo haya girado y lo siga haciendo."
(Pensamiento de Sofía recordando a su madre)
“Soñabas despierta cuando me acurruqué a tu lado.
La escena había que compartirla, mis pretensiones no radicaban en que navegaras sola.
Los vastos campos de la magia y la belleza.
Flotamos. Cedimos. Encontramos.
Y al cabo de algunas horas, volví a intentarlo sin éxito.
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